No tengo más que un puñadito de días vencidos, recuerdos
vagos que pueden robarte una mueca de complicidad. Una deuda en cuotas de
orgullos que rompí al contado con la usurera tasa variable de la soledad. Algunos
ratos de lucidez pasajera y un par de buenas mentiras anticorrosivas en el
óxido de tu cultura. También sorpresas trilladas
que esconden algunos antojos y otros tantos caprichos o una voz sigilosa
repitiendo cuentos de terror que no hablan más que de mis desvelos o este par
de ojos cansados que hacen foco con poco interés. Y tengo tardes que pernoctan
y noches que amanecen. Y un olvido imperdonable para cada detalle. Y una
torpeza envidiable que se burla a sí misma.
Y mil razones más para olvidarte hoy como todos los días.
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