Te escribiría una canción si juraras que mi música es un
espanto. Una canción sin estribillo, de esas que cuentan historias bonitas y
terminan repitiendo la primera estrofa. O intentaría dejarte unas palabras en
algún rincón si ya no los hurgaras. Podría también explicarte cuánto te sigo
cuidando si no quisieras oírlo. O describirte maravillosa si no significara nada.
Y dejar esta estupidez de protegerte que ya no me sale porque esta calle es cruel si la cruzas de mi mano. Y mostrar quién desanda a
mi lado sin que te importe. Y dejar estos malabares de equilibrista errante para
que veas que nunca pude con tres naranjas.
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